A estas alturas de la temporada, el PSG debería ser algo más si quiere aspirar a todo. Se repitió la historia de siempre, con un equipo de fogonazos, con el talento de Mbappé en la punta y Donnarumma bajo palos, y que en lo individual marcó la diferencia para vencer al Estrasburgo (1-2).
Empezó el partido directamente roto. Y no solo eso, con Donnarumma siendo protagonista al hacer dos paradones, especialmente espectacular el primero, a Sylla y Sahi a bocajarro. Sin tregua, la acción se pasó al área contraria y el PSG se encontró con un penalti de Perrin sobre Kolo Muani, que aunque pareció dejarse caer el VAR no corrigió al árbitro. Y dicen que cuando un penalti no es se falla. Se cumplió la norma. Mbappé lo picó con dureza pero Bellaarouch, que estrenaba titularidad, sacó una mano espectacular para impedirlo.
No obstante, la noche del meta del Estrasburgo le tenía reservado un error imperdonable y que costó el primero de Kylian, que se resarció del penalti. Se durmió Bellaarouch con la pelota en el pie y cuando fue a despejar impacto en Marco Asensio, cayendo la pelota en el punta francés, que marcó a puerta vacía (31′).
A todas estas, el PSG trató de pelear por tener el control del partido. Ante las ausencias por la derecha, con una especia de defensa de tres en ataque, con Carlos Soler adelantado y que se metía de lateral tras pérdida. Pero ahí sufrió el cuadro de Luis Enrique en las transiciones de los de Vieria, en superioridad en algunas ocasiones. Como en la que Diarra, aprovechando un error del español, impactó su trallazo con el larguero, justo antes de ese gol de Mbappé.
Se puso algo insulsa la cosa. Al PSG le pasó como siempre. Tuvo la pelota pero la conexión entre medios y delanteros no fue eficaz. No ayudó tampoco un Kolo Muani poco capaz de sacar jugadas y especialmente individualista. Aun así, Lucho cuenta con Mbappé y este demostró que es capaz de todo tras el descanso en una contra maravillosa. La arrancó él con un taconazo en campo propio, recibió al espacio de Fabián y centró de exterior para devolverle el regalo a Asensio (49′).
Fue a partir de ahí cuando el partido pareció coger una tregua durante unos minutos, aunque tampoco fueron muchos. El Estrasburgo cogió aire y se llenó de oxígeno cuando, en un buen balón de Angelo, Bakwa, comiéndose a Carlos Soler, recortó distancias (68′). Y la cosa pudo ser todavía peor. Se animó el cuadro de Vieira y aprovechó su velocidad y descaro. Forzó una pérdida de Fabián al minuto siguiente y tuvo Donnarumma que impedir el empate ante un trallazo de Diarra.
Se vivió esa tensión hasta el final. Parecía que Mbappé podía decidir en cualquier momento el partido al mínimo error del Estrasburgo. Pero no lo hubo. Tampoco calidad para empatar el partido y es que solo con actitud, aunque fuera muy reseñable, no se pudo. Apuró hasta el descuento, con una de Sylla de nuevo a un metro de Donnarumma, pero ni con esas.